Hiere Señor con el dardo de tu amor lo secreto del hombre interior, y mete la llama saludable en las entrañas de mi alma helada y fría; para que encendido con el ardor de la caridad, que nunca se apaga y penetrado de la inefable suavidad de tu espíritu, todo me traslade en ti.
Recíbeme, oh florido esposo Jesús entre los suavísimos abrazos de tu amor, de los cuales apretado mi helado espíritu, todo se abrase. Abre Señor, abre al que llama, y admite en la recámara de tu amor al alma huérfana, y júntala misericordiosamente contigo.
Sacaré de ti agua viva, oh fuente sabrosísima, para que en gustándola de ninguna cosa fuera de ti tenga sed.
Caiga en mí el rocío celestial de tu suavísima caridad, con el cual empapado íntimamente me conserve puro de las codicias terrenales, y amores adulterinos.
Oh el más amado de todas las cosas amadas, concédeme que sea yo tuyo y que tú seas eternamente mío. Así me junta a ti y así me llega, que jamás me pueda apartar de ti, asísteme da y asísteme comunica, que lleno de la dulzura de tu paz, de continuo me deleite en ti castamente.
Oh luz quieta y serena Dios mío, alumbra mi alma con tus rayos, júntame a ti más cerca, oh sol lucidísimo; para que con el calor de tu virtud produzca la tierra de mi corazón flores y frutos de amor Santo.
Eh a honra mía, gozo mío y mi perfecto deleite Jesús, levanta te ruego en lo más secreto de mi corazón una llama de tu amor, tan grande, que de ahí en adelante ninguna cosa escoja, ninguna cosa desee sino a ti.
Oh Señor mío, seanme sin ti el cielo y la tierra, y todo lo que en ellos se contiene, como una helada del invierno.
Tu solo me enamores tu solo me alegres, solo tu amor viva y arda en lo interior de mi alma y vivo encendido persevere.
Amén